Palabras de mi entrega de faja el 13MAY13 en el RCLAC “Pavía” 4
Con tu permiso mi General,
Buenos días:
Tengo que reconocer que la redacción de las palabras que voy a pronunciar ahora no han sido tarea fácil para mi. Normalmente, cuando he tenido que escribir algún discurso o similar, lo hacía justo la noche anterior al evento en cuestión. El motivo no era otro que evitar que la elaboración del mismo fuese muy “cocinada”, con lo que perdería la naturalidad con la que me ha gustado siempre hablar, aún a costa de asumir el riesgo de trastocar alguna regla protocolaria.
Durante los últimos meses, he tenido la suerte de poder asistir a muchos de los actos de imposición de faja a compañeros de la Promoción con motivo de su ascenso al generalato y puedo decir que en todos ellos, sin excepción alguna, han sido inigualables en contenido, brillantez y emoción, de lo cual no puedo hacer menos que felicitarme y enorgullecerme como compañero y amigo suyo que soy.
Mi “caballo”, consciente de mis muchas limitaciones en el arte de la escritura, me aconsejó que tratase de seguir el “camino del corazón”, que es el que me aseguraría, al menos, mantener la atención de la audiencia. Y como la misión de concentrar en unas pocas líneas mas de 35 años de profesión se presentaba dura decidí romper mi norma, tomé papel y lápiz (mejor dicho ”pantalla y teclado”) y, tras exclamar ¡A mi la inspiración!, me puse al tajo, el pasado Sábado, un día antes de lo previsto. Tras unas pocas horas de trabajo de picadero y en pista, mas de un salto, mucho galope y alguna que otra carga, este es el resultado:
Llevábamos mas de dos años sin poder celebrar que un Coronel de Caballería accediese al generalato, por lo cual hoy es un día muy especial para mi. Y no me cuesta reconocer que lo es gracias a la entrega de los que han sido mis subordinados, al apoyo y amistad de mis compañeros y amigos, porque no decirlo también, a la paciencia y comprensión de mis jefes y, por supuesto, al mucho sacrificio y amor de mi familia.
Solicité al mando que fuese en las instalaciones de mi antiguo Regimiento, el Laureado “Pavía” 4 de mis queridos Húsares, con la intención de dar el protagonismo que se merecen aquellos lugares donde me enorgullezco de haber estado destinado en todos los empleos de Oficial durante mi carrera militar: las Unidades del Arma de Caballería.
Permitidme que evite en mis palabras un tono excesivamente formal, ya que me gustaría que los sentimientos que os voy a expresar fueran naturales, cercanos, continuos e ininterrumpidos y, si mi “caballo” me acompaña sin tener que hacer uso de las espuelas, ya que la emoción le podría jugar una mala pasada a este hasta hace pocos días “viejo Coronel” y hoy “joven General de Caballería”.
He de reconocer que el sentido del humor, que heredé de mi maravillosa madre, he tratado de mantenerlo a lo largo de toda mi vida y, de una manera especial, a lo largo de mis años al servicio de las Armas. Si a esto le unimos una cierta vena de aprendiz de juglar que descubrí leyendo a mi abuelo materno, no os extrañéis que sean la consecuencia de que, entre mis palabras, aparezcan ciertas estrofas con cierta rima musicalizada. Espero que se me disculpe, este exceso lingüístico que, en términos ecuestres, podríamos denominar como “alegrías del caballo”.
Así que una vez preparada la montura y la cincha bien ajustada empezaré al aire de paso.
La doma de mi caballo.
Dicen que los “inputs” que recibimos en los inicios de nuestras vidas son los que más nos marcan. El que os está hablando es solo el fiel reflejo de la “doma de pesebre” que recibió y de la que no os podéis imaginar cuan orgulloso se siente. La educación recibida de mis padres, la unión con mis hermanos, y la formación en los distintos Centros de enseñanza por los que pasé en mi infancia y juventud (Colegio de los Hermanos Maristas y las Academias Militares) son los únicos responsables.
De ascendientes bilbaínos y asturianos, mis progenitores le inculcaron, a un entonces joven “potrillo”, los valores que han servido de guía en mi forma de pensar y actuar, los cuales se reflejan fielmente en el “Espíritu de La Caballería”: una fe inquebrantable en Dios (¡Santiago… ), un amor sincero a la Patria (“ … y Cierra España!”) y una creencia firme en la unión de la familia (recuérdese que pertenezco a un Arma que en realidad es una gran familia en la que presumimos de conocernos todos o casi todos).
Trote corto …….. Arrrrrchen!
Mi caballo de combate.
Como os decía antes, me siento dichoso de haber tenido la inmensa suerte de no perder en ningún momento el contacto con el Arma.
En mis primeros pasos en el Grupo de Caballería de La Legión en Fuerteventura y Ronda, escuela de Oficiales en su doble vertiente legionaria y de Oficial, donde aprendí de mis queridos Capitanes Antonio Oñate, Emilio Ramírez, Fernando Moragas, Miguel Sanz, Luis Herruzo, Luis Rubio, Ramón Prieto, Pedro Pérez García, Arturo Maturana y tantos otros, la practica del Oficio.
Mis años de profesorado en diferentes Departamentos de la Academia de Caballería, donde ejercí multitud de labores dispares, desde impartir las clases de Educación Física, Táctica y Formación Militar, hasta ejercer la Jefatura del Departamento de Instrucción y Adiestramiento y de la Unidad de Alumnos.
También estuve destinado encuadrado en el Grupo Mecanizado del Regimiento Santiago nº 1 o al mando de los “Dragones de Villaviciosa” en el Grupo Ligero Acorazado del “Farnesio” nº 12, finalizando al frente de la Unidad que hoy ejerce de anfitriona, mi inolvidable y entrañable “Pavía” nº 4.
Como no, también he tenido la gran suerte de pasar por destinos de Inteligencia, Logística, Personal y Estado Mayor en diferentes etapas de mi vida militar y realizar tres experiencias distintas en Misiones de Apoyo a la Paz Internacionales tanto en el seno de Naciones Unidas como de la OTAN.
Y por último, creo que también tengo un “toque” caribeño, ya que el destino me premió con la posibilidad de compartir un año con nuestros felices hermanos de aquellas latitudes, al permitirme hacer el 1º Curso de Comando y Estado Mayor Internacional con ellos, en mi querida República Dominicana”.
Trote largo …… Archennnnnnn!
Mi caballo peleón.
Si en todos los destinos he disfrutado plenamente, no es menos cierto que no he sido “fácil” para algunos de los que me han acompañado en los mismos. Mi carácter “combativo y peleón”, hacían que mi cabezota “montura” no haya sido siempre dócil y que más de una vez se haya “botado” e incluso lanzado alguna “patada” inesperada. Pero como “noble bruto” que es, estoy seguro que los afectados habrán sabido perdonárselo.
En lo único que este “corcel” nunca ha sido permisivo, y creo que nunca será domado para ello, es en disculpar una falta de compañerismo. Solamente he tratado de velar por dar cumplimiento al Decálogo del Cadete, a los Espíritus del Credo Legionario y a nuestras Ordenanzas Militares.
Al galope ….. Archennnnnnnnn!
Mi caballo se emociona al rememorar a mis padres ya en el Cielo, ejemplo ambos de virtudes humanas; a mi entrañable suegro Ángel, que también los acompaña, seguro que haciendo sus “pinitos” al golf en algún “Green” celestial; a mi añorada sobrina Sandra que nos ha dejado a la familia una profunda tristeza difícil de superar; a mi muy añorada cuñada Rosario; a todos los compañeros de esta “religión de hombres honrados”, que es la Milicia, al Servicio de nuestra querida España y a tantos otros amigos, a los que Dios ha querido llamarlos a su Guardia de Honor como “Escalón de vanguardia”: Julio Ortega, Luis Navas, Javier Barrera, Ángel Garrido y tantos otros …..
¡Permitidme un relincho porque esto no es fácil!
Alargando el galope ….. Archennnnnnnnnnn!
Antes de finalizar quiero que sepáis que mi caballo estará siempre enormemente agradecido y por este orden:
* Al “Sumo Hacedor” como tantas veces he oído referirse al Dios de los Ejércitos a mi “abuelo de faja”, el General Matellanes.
* A España, al Ejército y a su Caballería, por hacerme tan fácil encontrar la razón de una vida de entrega al Servicio.
*A mi familia, empezando por mi mujer:
- Lola. Muchos dicen que parte de mi éxito es “culpa” tuya. Están equivocados: no es parte, lo es todo. No encuentro otras palabras para agradecértelo, que decirte que eres y siempre serás, el amor de mi vida y nuestros más de 30 años de matrimonio son prueba de ello.
“Y su bondad como esposa
es muy fácil de ilustrar
pues solo basta que os diga
que “me tiene que aguantar”.
A nuestros hijos Andrés, Laura y Miguel, alegría, sustento y llama de la unidad familiar. Cada uno tan distinto en carácter y personalidad, y tan iguales en educación y bondad.
- “Humphrey” tal vez eres el que más has sufrido mis permanentes ausencias de casa por razones del servicio durante una complicada adolescencia y hoy eres un ejemplo de trabajo, pundonor y coherencia.
- “Laurita”, la alegría de la huerta; con la que más “combates de encuentro he mantenido” al ser, muy seguramente, la más parecida a mi en carácter. Aunque por razones de tu trabajo de profesora en los Estados Unidos no puedas estar físicamente aquí, sabes que si lo estás siempre en espíritu y en mi corazón.
- Y “Oncho”, el pequeño, el cariñoso, el entrañable, el que nos has enseñado a tu madre, a tus hermanos y a mi a decir sin timidez ni reparos “TE QUIERO”, ya sea en casa o en pleno campo de rugby tras un duro encuentro embarrado hasta las cejas y delante de todos tus compañeros de “batalla”.
- A mis cinco hermanos (Jaime, Pedro, Andrés (ah no, ese soy yo!), Genoveva, Juan, y María) que, como podréis comprobar los presentes, seguimos siendo uña y carne; a mi adorable suegra “Angelita” que a pesar de estar “anclada” en una silla de ruedas en su casa, por problemas de edad y salud, sigue siendo una mujer ejemplar, como inmortalizó un poeta diciendo “No hay en toda esta región, de tan rica tradición, pueblo como Villaescusa, ni mujer moza ni musa, como Angelita Girón”; y a mis tíos, primos, cuñados y sobrinos que forman una extensísima legión de “sufridores” de este guasón impenitente.
*Profundamente agradecido a mis Subordinados, que han sido siempre y serán, sin lugar a dudas, los que más me han motivado para trabajar en equipo y con entusiasmo para llevar adelante la ardua tarea de servicio a nuestra Sociedad, encuadrado en los Ejércitos de España. Mis Legionarios, mis Alumnos y Cadetes, mis Guardias Civiles, mis Oficiales y Suboficiales de Caballería y del resto de las Armas y Cuerpos de nuestro Ejército que habéis estado a mis órdenes, no olvidéis nunca que el “caballo” del hoy General Chapa sigue siendo solamente uno más, en la dura labor de tirar de esta “calesa”, aunque esté situado, eso sí lo reconozco, en una posición privilegiada.
* Agradecido a mis Compañeros, a los que han compartido, o siguen haciéndolo, los avatares del día a día de la Profesión. A la XXXVII Promoción de la Academia General Militar y a las diferentes Armas y Cuerpos que la forman. Perdonadme si hago una mención muy especial a los aquí presentes de Caballería (Pepe Unzueta, Javi Pastor, Viti, Nacho Inza, Agustín Amoribieta, por ser con los que compartí mas intensamente mis primeros pasos de formación militar).
No es falsa modestia, os lo aseguro, pero no considero tener más méritos que ninguno de los componentes de mi queridísima XXXVII para lucir esta faja roja. Es más, seguro que nadie de los presentes puede sentirse molesto, si como ejemplo de ello lo personalizarlo en mi queridísimo amigo y compañero el Cor. Sánchez Tapia, presente en este acto. Felipe, te conozco desde que nos preparábamos juntos para el ingreso y siempre serás para mi un ejemplo de persona, militar y amigo por tu más que demostrada humanidad, profesionalidad y sentido de compañerismo.
* Agradecido a los compañeros de mi último destino, encabezados por el General Rodríguez Alonso, la creo que muy desconocida DIAPER. Todos ellos me han hecho sentirme en familia desde el primer al último día.
* Y que decir del agradecimiento al General Romero, que hoy además ejerce de Padrino. Manolo, hemos sido compañeros en “mil frentes y batallas”, no siempre fáciles, pero todos inolvidables. Tercio, CESID, MALRE y Brigada de Caballería. A la sazón el famoso poeta Anónimo escribió:
“Si es justo reconocerte,
que el Regimiento me diste,
solo dos meses después,
tú Brigada recibiste,
así que en justicia pues,
también tú tuviste suerte”).
Sabes que después de mi difunto padre y de la persona que a este más le hubiese gustado que me impusiese la faja en su nombre, por considerarlo su mejor amigo, el Cor. de Caballería D. Javier Lobo García, siempre he tenido claro que tu eras mi primer candidato para ofrecerte este padrinazgo. Gracias por aceptarlo y espero no seguir “acabando” con tu carrera militar.
*A mis Húsares de Pavía, a los presentes y a los que lo están en espíritu, todos ellos representados en la figura de su actual Coronel D. Pedro Méndez de Vigo y Montojo. Pedro, os agradezco a todos vuestro apoyo, lealtad y colaboración, por haber hecho posible este evento.
“Sabed que allá donde fuera,
sea con razón o no,
siempre contaréis conmigo
por Credo y por vocación.”
* Y a mis Jefes, en todos los escalones del Mando que han apoyado mi promoción y sobre todo a los que más me han “sufrido”, cariñosamente hablando, por su comprensión, paciencia y ejemplo. En especial al TG. De la Rosa, como Oficial General de Caballería en activo más antiguo, que me ha hecho el honor de presidir este acto y al General Juan Carlos Medina, antiguo Jefe de esta Brigada que también nos acompaña y que seguro me permitirá una licencia a petición de mi hija Laura al decirle que “the pigeon hasn´t shit over me”.
Pero de esta tengo que ir saliendo!, que la piel y la garganta me están tratando de jugar una mala pasada, así que es hora de tocar “Carga”:
Mi caballo ilusionado.
Uno de mis más cercanos compañeros de Promoción del Arma, también aquí presente acompañado de su inseparable esposa Lourdes le dijo un día mi mujer, refiriéndose a mí por alguna actuación que ahora no recuerdo: “sabes lo que le pasa a tu marido, …. pues que Andrés es un IDEALISTA! Aquello me dejó inicialmente un poco “mosca”, pero tras verificar el significado oficial del término, en el siempre útil Diccionario de la Real Academia Española, he de reconocer que no andaba en absoluto desencaminado, ya que este apuntaba cosas tales como: “que vive por los ideales, aun en perjuicio de consideraciones prácticas” o “que concibe las ideas como el principio del ser y del conocer”. En lenguaje más coloquial, para que mi singular corcel lo digiera mejor: “el idealismo está asociado a la confianza en valores, que a día de hoy cayeron en desuso, y al optimismo. Un idealista cree en la moral, la ética, la bondady la solidaridad”. Muchas gracias Javi, pues es así me gustaría ser. Eso sí, yo le añadiría otro adjetivo: “ILUSIONADO”. E ilusionado en el sentido de un entusiasmo y una alegría indescriptible, por haberme sido concedido el inmenso honor de seguir “montado”, llevando las riendas de la Academia de Caballería, cuna entrañable de “los jinetes” al servicio de España, y ponerme al frente de la Inspección del Arma en representación de todos los que nos enorgullecemos de lucir las lanzas y los sables en los emblemas de solapa de nuestro uniforme.
Bueno, pienso que mi montura ya está bien trabajada por hoy, así que permitidme que me despida para poder aflojar la cincha un poco, desmontar, retirar el equipo, para poder abrevar y acudir al pienso, que aunque ligero, me permita recuperar algo de energía.
Antes de finalizar quiero enseñar a los presentes el regalo que me hizo el día de mi jura de Bandera un entrañable amigo y compañero de mi padre, el General de Caballería Manolo Ordovás. uno de cuyos hijos me regala hoy con su presencia. Rafa, esta fusta que tu padre ganó merecidamente en el Concurso Hípico Internacional de Saltos Niza representando a España, me ha acompañado siempre allá donde he estado como símbolo del espíritu de amistad y compañerismo que desde pequeño vi reflejado en la unión entre aquel grupo de matrimonios inolvidables: los Ordovás, los Pipos, los Colubis, los Cebollino, etc. que hoy seguro están celebrándolo debidamente allá arriba:
“Y en vuestra reunión del Cielo
mantener vuestra alegría
proclamando sin recelo
que sois ¡de Caballería!”
Altoooooooooo ………. Archennnnnnnnnnn!
Mis Generales, Oficiales, Suboficiales y Tropa, Húsares de Pavía, Señoras y Señores, …… querida Familia:
“Alguien dijo y ya concluyo con toda su gran verdad que el Espíritu perdura, ya que el alma es inmortal, y el Espíritu jinete, sabed que no morirá, mientras exista algún hombre que conserve este IDEAL, porque nadie olvide nunca que Caballería ¡ESTA!”
“Y por último deciros
con toda satisfacción
que no resultó difícil
redactar este pregón.
Os contaré la receta
que seguí en su confección:
los ingredientes han sido
mucho cariño y amor
poniéndole a todo un poco
de sentido del humor”
Como recuerdo dejamos
este verso tan simplón
con un abrazo incluido
en su último renglón.”
Amigos todos…………………………… ¡Seguimos galopando juntos!
Zaragoza, a 13 de mayo de 2.013
Andrés Chapa Huidobro
General de Caballería
José V. Ruiz de Eguílaz y Mondría
Coronel de Caballería.