CABALLERÍA CRISTIANA
CID CAMPEADOR
Hemos de adelantarnos a decir que, durante los siglos que ahora se comentan, y que prácticamente son los que integran la Edad Media española, ni las fuerzas montadas cristianas, ni las musulmanas, pueden ser consideradas, con todo rigor, como formaciones pertenecientes a un Arma combatiente o como parte integrante del Ejército de una u otra nación, dado que las masas de jinetes casi constituían el todo de dichos Ejércitos, y no una parte alícuota, más o menos grande, de las indicadas organizaciones militares.
Más tarde, andando el tiempo y una vez que la invasión ismaelita consiguió instalarse sobre gran parte de nuestro territorio peninsular, es evidente que ante la relativa quietud de la acción militar y, también, por la necesidad de vigilar y cubrir comarcas fragosas, inaccesibles o difíciles a los jinetes; esto es, ante la conveniencia de adoptar un despliegue defensivo de tipo estabilizado, los califas árabes se vieron obligados a desplegar tropas de peones en sustitución de sus destacamentos montados. Igualmente es presumible que sobre las montañas de Asturias, de León y Vascongadas, en cuyo interior se habían refugiado los cristianos, estos no no debieron contar con grandes núcleos de tropa a caballo, del todo innecesarias.
Después, a medida que la reconquista fue progresando, al bajar las huestes españolas desde sus elevadas "regiones - refugio" a las cuencas de los ríos castellanos, es muy probable que la Caballería cristiana experimentara aumentos notables, a fin de obtener el debido equilibrio de fuerzas rápidas con respecto al ejército sarraceno, ya que, por aquellas centurias, como quedó indicado, la Caballería constituía el el principal elemento de combate de las organizaciones militares medievales.
Como es sabido, aquella singular guerra, imposible de ajustar hoy a las técnicas clasificaciones de la moderna estrategia, se descomponía en alternados y grandes periodos de actividad, seguidos de otros de casi total inacción. Una serie, una reiteración de incursiones, talas correrías, algaradas, sitios, sorpresas, etc., conmovían al campo enemigo en un determinado momento y sobre una zona determinada. Seguidamente venían negociaciones, paces más o menos prolongadas, rotas unas veces y otras anudadas, y siempre al compás de la veleidad de uno y otro bando.
Por último, la conquista por la violencia u artificio menos bélico de una capital importante, daban a los vencedores el dominio definitivo de toda una extensa comarca. Así pasaron a poder de los cristianos, no sin consumir largos intervalos de tiempo, los grandes reinos de Toledo, Sevilla, Badajoz, Zaragoza y, por último ya en el siglo XV, el de Granada.
Una guerra así concebida y desarrollada, en la que, a duras penas y solo ante el común peligro africano, lograba concentrar momentáneamente los esfuerzos de los cristianos españoles, no requería ni poderosos ejércitos ni grandes masas de Caballería.
Según Almirante, la fórmula que, al parecer, imperó por entonces fue la de evitar choque y batallas decisivas, buscando la "perseverancia" cristiana el triunfo por medio de la confusión sobre la "inconsistencia" mora; es decir, no por un esfuerzo bélico y campal contra el ejército adversario, sino por su desgaste al irle arrebatando progresivamente y en forma sistemática sus fortalezas, castillos y demás posiciones de valor político o militar.
En tales condiciones, en nuestra Patria durante el medievo, ni pudo arraigar el sistema feudal que con tanto ímpetu se desarrolló en el resto de Europa, ni definirse de forma radical la supremacía del jinete sobre el peón. Los célebres "fronteros" y los "almogávares", hasta tanto llegaba el empleo militar de la pólvora, con sus flechas y jabalinas anticiparon el advenimiento de la Infantería, en detrimento de la Caballería feudal.
La intervención del elemento "concejil", o estado llano, también produjo aumento en el peonaje en calidad de compañeros de los hombres de armas, siempre a caballo, por pertenecer al alto rango del Orden de Caballería de la Edad Media, y esta vez no como siervos de los escuderos de las ciudades que constituían una especie de Caballería "franca" más pobre que la feudal de los Señores, aunque no por ello menos temida que la de los todopoderosos Rico-homes, sino como verdaderas unidades orgánicas.
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"Movió Vernaldo del Carpio con toda su mesnada
Quando ovo el conde la rason acavada,
Con estos tales dichos su gente conortada,
Moviose de mañana con toda su mesnada
Moviose de mañana con toda su mesnada
Fuéronse para Lara tomar otra posada...
El conde don Fernando de fazienda granada
Mandó á primera noche llamar esa mesnada...
El conde Fernando con toda su mesnada,
Quando ovo rouo á sus casas tornado
Por verdat avya fecho muy buena cavalgada,
A León el buen Rey fyzo tornada"
Por último, queda por citar otra unidad: las campañas o compannas, que el tiempo fueron llamadas compañías. Tales núcleos de tropa debieron ser unidades menores del escalón mesnada. En el " Tratado de Nobleza y Lealtad ", escrito por el rey San Fernando y en las ya citadas "Siete Partidas" del rey Alfonso "el sabio", se emplea con frecuencia la denominación para designar a un conjunto o grupo elemental de compañeros pertenecientes a una misma mesnada.
En resumen, puede afirmarse que, durante la dominación árabe en España y, por tanto, en sus distintas fases de la Reconquista, la Caballería musulmana, con las naturales mutaciones propias de cada momento, conservó particular carácter númida o escíta, fue ligera e irregular y, desde luego exclusiva. Mientras que las tropas montadas cristianas o, lo que es lo mismo, las genuinamente españolas progresivamente iba aumentando en proporción directa al ensanchamiento del país reconquistado y consecuente aumento de la riqueza de los distintos reinos, si bien el ritmo de su crecimiento hasta punto se vio contenido con la expansión de las tropas a pie, la vigorosa y joven Infantería "concejil" que representaba en plena época feudal los primeros alumbramientos de una indómita democracia que paulatinamente se iría imponiendo a través de los posteriores siglos.
ACADEMIA DE CABALLERÍA
VALLADOLID
Chevi.