Fragmento del libro "Mi viaje por África", descatalogado y no sé si posible de encontrar. Me lo regaló un ganadero en la época en que mi trabajo consistía en visitar ganaderías de caballos.
Todo el libro es una delicia bajo la espectacular pluma de Sir Winston Churchill, pero este episodio además de gustarme especialmente, me parece una lección de vida. En la cacería el objetivo es cazar al león, pero en la vida, a enemigo que huye...puente de plata.
ENCIMA DE UN CABALLO
NINGUNA HORA ESTÁ DESPERCICIADA
Winston Churchill
Hay algo sobre el exterior del caballo que es bueno para el interior del hombre. Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como iguales y los gatos como sus súbditos. Ninguna hora está desperdiciada si se gasta en una silla de montar. Siempre he considerado que la sustitución del caballo por la máquina de combustión interna marcó un hito muy triste en el progreso de la humanidad.
MI VIAJE POR ÁFRICA
Nada preocupa tanto al colono del África Oriental como la posibilidad de de no poder proporcionarle a su huésped un felino. La conciencia de tal circunstancia se apodera de su mente hasta convertirse en una verdadera obsesión. Siente cernirse sobre su propia hospitalidad y la fama de su pais de acogida, la amenaza de un profundo reproche.
La forma de encontrar un león y matarlo una vez que se da con él, es el invariable tema de conversación; cualquier lugar o expedición es valorado mediante el único criterio: "hay leones o no los hay". En el campamento de Thika se han reunido ese día varios caballeros expertos en el distinguido deporte de la caza, previstos de ponis, rifles, somalíes y todos los demás accesorios. Han cazado unos cuantos khongonis y cebras que, a modo de cebo, han puesto en los lugares idóneos para atraer a los leones; a las cuatro de la tarde, llueva o brille el sol, iremos a buscarlos.
El joven inglés, ya sea funcionario o colono de las tierras altas, ofrece siempre un perfil audaz. Sus prendas son escasas pero elegidas con acierto; un sombrero de sol, una camisa de franela marrón abierta en el pecho y con la manga hasta el codo, un par d finos bombachos caqui cortados a cinco dedos, como mínimo, por encima de la rodilla, botas y un par de polainas componen todo su atavío. No llevan nada más. Su piel, constantemente expuesta al sol, los arbustos espinosos y los insectos, acaba volviéndose casi tan oscura como la de los nativos y tan curtida que les permite pasar un día entero cabalgando sin molestias con las rodillas desnudas contra la silla, una disciplina verdaderamente espartana de la que el visitante, al menos, queda eximido.
También tiene su propia forma de cazar. Primero hay que encontrar al león, ya sea tentándolo con despojos de una presa, haciéndolo salir de un cañaveral o armando un desafortunado alboroto a lo largo de camino. Una vez localizado, no se le debe perder de vista ni por un instante. Montados en ponis de una fidelidad más o menos probada, tres o cuatro valientes britanos o somalíes, lo persiguen a galope, al estilo indio de acoso al jabalí -es decir, el cuello o nada- , sobre rocas, hoyos, montículos y riachuelos, a través de exuberante hierba, arbustos espinosos y maleza, azuzándole sin tregua o permitiéndole pastar mientras lo conducen de un lado a otro hasta conseguir acorralarlo. El león por su parte no es camorrista sino que incluso se lo acostumbra describir con tintes .de desprecio. Su único objetivo, en todo momento consiste en salvar el pellejo. Si tropiezas de repente con seis o siete leones, y vas desarmado, todo lo que debes hacer -según mis conocimientos- consiste en hablarles con firmeza, a la vez que los aguijoneas arrojándoles unas piedras, y desaparecerán enseguida. Eso lo recomiendan las máximas autoridades en el tema.
Pero al sentirse perseguido de un lado a otro, acosado desde múltiples ángulos por jinetes que giran a su alrededor, el carácter del león, dócil por naturaleza, se vuelve agrio. Comienza por rugir y bramar a sus enemigos, con la intención de aterrorizarlos y lograr que lo dejen en paz. A continuación, les lanza cortas embestidas. Finalmente cuando todos estos pacíficos intentos de de persuasión fracasan, se detiene de pronto para presentar batalla. Una vez hecho esto, ya no volverá a huir, Está dispuesto a luchar, y a lucha a muerte. Va a jugarse el todo por el todo. Y cuando un león agoniza enloquecido por una herida de bala, trastornado tras la larga y dura persecución, y más aún una hembra en defensa de sus crías, se siente tan comprometido en su lucha que la muerte es el único desenlace posible. Las patas rotas, las mandíbulas quebradas, el cuerpo lacerado de extremo a extremo,, los pulmones perforados una y otra vez o las entrañas desgarradas asomándole, nada de eso le detiene.. Para él solo existe la muerte, inmediata y absoluta; pero si consigue derribar al hombre lo descuartizará con sus ponzoñosa garras y fétidos colmillos hasta hacerlo pedazos, masticándolo luego para infectarlo y cerciorarse así de su aniquilamiento. Tales son las costumbres de ese cobarde y malvado animal.
Es en el momento que en que el león ha sido definitivamente "acorralado", cuando se introduce en escena el aficionado de Londres. Es de suponer que ha seguido a los jinetes a la máxima velocidad que le hayan permitido los desniveles de terreno, su propia falta de entrenamiento y el lastre de un pesado rifle, Llega al lugar donde está acorralada la presa con el ademán de un torero entrando en la plaza, mientras los demás permanecen a un lado en actitud respetuosa, preparados para espantar a la fiera o ayudarle. Si con unas bala abate al animal, sentirá sin duda un merecido orgullo. Si solo lo hiere, el felino embestirá contra el jinete más cercano.. Hasta un alcance de unas cuarenta yardas, el ataque de un león es más veloz que el galope de un caballo de carreras. Así pues, los jinetes no suelen apostarse dentro de ese radio. Pero en ocasiones lo hacen; en otras el animal identifica al hombre que le ha disparado o, tal vez, se presente cualquier imprevisto que acabará convirtiendo la cacería en una historia interesante...a posteriori.
Can You Feel the Love Tonight