PADRE HUIDOBRO
CAMINIO A LA BEATIFICACIÓN
"La muerte fue instantánea. Fue el beso supremo y encendido de su Dios, encerrado en las entrañas de acero de un proyectil rojo del 12/40 [...] Había dejado ya de ser un héroe en la tierra, pero había entrado a formar parte de los héroes en el Cielo."
La verdad prevalece; los héroes, también. Y hoy, justo 83 años después, mucho más de la mano de una Legión centenaria que, oficiosamente, le considera santo de su devoción cuando vienen mal dadas. Y, por "traditio" y oficio, recurrir a la protección y el favor del padre Huidobro suele ser habitual. Como dice un buen amigo mío, "los legionarios somos de mucho rezar y mucho pecar."
Sin embargo, existe la figura antagónica, la del anti-héroe alimentado de falacia, atiborrado de propaganda que, como para otros vividores del cuento y titiriteros de "prime time", se ha convertido en su "modus vivendi", en el método de subsistencia de los que viven de la mentira, la cobardía y, sobre todo, de las gestas de servicio y sacrificio del prójimo. Es cuestión de medrar y, si se puede parasitar, mejor. Lo peor de todo es su existencia rencorosa bajo el disfraz de historiador o benedictino, por ejemplo, sus testimonios cargados de odio y la manipulación de las palabras de un correveidile cuyo rigor histórico se sitúa a la misma altura que la del receptor del cuento. Ya sabes, me lo dijo Pérez.
Y, así, llega el tibio silencio; un silencio intimidado por esas "pruebas" del necio sin recursos, sin defensa, sin veracidad, sin capacidad de respuesta ante su frágil y envidiosa ficción. Y, así, nos hallamos en esta tesitura desde hace cuatro décadas tras la muerte del padre Valdés, vice-postulador de una causa de beatificación, la del padre Huidobro, iniciada en 1947 y que, a pesar de que la Congregación de las Causas de los Santos otorgó su correspondiente número de protocolo (el 698), el proceso se paralizó en sucesivos pontificados. Es ahora, con la creación de una Comisión Histórica, cuando toca sentar unas bases sólidas y establecer la "positio" en la fase romana de un proceso cuya recopilación de hechos ha contado con testimonios veraces y relevantes, que no inventados, de los que, por desgracia, estuvieron inmersos en aquel triste episodio del día de autos.
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Días después, el silencio se hizo en ese mismo escenario hasta el punto de permitir una tregua de horas supervisada por el propio capitán Iniesta y otro oficial enemigo. Cada uno, en compañía de seis de sus hombres, se dispuso a retirar los cuerpos de los fallecidos mientras intercambiaban tabaco, coñac y el rancho legionario en una situación idílica que contrastaba con la realidad del momento y los disparos que, esa misma tarde, volverían a quebrar el deleite temporal de esa inusitada paz para dar paso a un nuevo episodio en la destrucción del paisaje y las vidas de aquellos que, durante horas, soñaron despiertos que la confraternización había puesto fin a la pesadilla de la guerra.
JURO QUE NUNCA VOLVERÉ
VICENTE FERNANDEZ
https://youtu.be/vZou8oVag6Y
ROCÍO DURCAL
LUCHA VILLA
Chevi