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LOS CABALLOS DEL CAMINO ARAGONES 2ª PARTE.

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LOS CABALLOS DEL CAMINO
(Segunda parte)
“CAMINO FRANCÉS”

 

       Amanece como anocheció, lloviendo. Todos los fenómenos meteorológicos posibles se nos están dando, y lanzo mis quejas al viento.
      El otro acceso del “Camino Francés” proviene  de Saint-Jean-Pied-de-Port, y entra por Roncesvalles en la Comunidad Foral de Navarra, hasta enlazar con el tramo aragonés en Puente la Reina, sobre el río Arga, lugar este de encrucijadas donde el camino se hace uno.
       Nada más pasar Roncesvalles y dejar la “Cruz de Peregrinos”, en las riberas del río Iratí, entre Burguete y Garralda, disfruto del “burguete”, caballo procedente de los antiguos pobladores de estas zonas, resultado del cruce entre la “jaca navarra” y el caballo “bretón”. Se caracterizan por su eumetría y su perfil subconvexo. Sus posteriores cruces con el bretón han hecho de él un caballo subhipermétrico y concavilíneo, caracterizado por su energía, vivacidad y resistencia.
 

Caballo “Burguete” 

         Rebasada Pamplona, la vieja Iruña, al norte de Estella y Los Arcos, en las sierras de Andía y Urbasa, al sur del puerto de Lizarraga en el valle del río Ega,  encuentro  al pequeño “pony navarro” y nos hablan  del “gran pony” criado  mucho más al norte de esta Comunidad Foral, al abrigo de los valles de Larraum, Baztán y Roncal.
           Estos caballos vasco-navarros, también llamados: “caballo navarro”, “pony navarro”, “jaca navarra” o “jaca pamplonesa”, son colectividad que tienen el origen más misterioso y confuso de todas las razas y que ha sufrido poco de influencias sanguíneas extrañas. Esta “jaca navarra” no tiene influencia de sangre árabe, ya que ésta no llegó a la parte montañosa de Navarra, más concretamente a Andía y Urbasa, sierras que constituyen en estos días el último reducto de este caballo. Debido a la crudeza del clima,  el “pony navarro” vive en un ambiente de selección puramente natural y se cría en estado semi-salvaje.  Son el  –OO de Barón, es decir: elipométricos, de perfil recto y mediolíneos.
         Desde 1980 más de 100 ejemplares protege la Diputación Foral en la reserva de Sabaiza, y solo dos  expone en el zoo de Pamplona con el objetivo de testimoniar orgullosa a los visitantes la raza autóctona de la Comunidad.
        A continuación, el Camino me dirige hacia la próxima villa de Puente la Reina. Aquí aún se conserva la tradición de tocar cuarenta campanadas al anochecer para avisar al  peregrino que viajaba de noche de que se iban a cerrar las puertas de la ciudad.
        Siguiendo el trazado de una antigua calzada romana, llego a la aldehuela de Urbe y atravieso un puentecillo de dos arcos sobre el pequeño caudal del río Salado: “¡Cuidado con beber en él, ni tú ni tu caballo, pues es un río mortífero!”, afirmaba Aymeric Picaud en el Codex. No es que me lo crea, pero, por si acaso, sigo su consejo a rajatabla. 
  Con la “jaca” y el “burguete” alcanzo Viana, donde el Camino abandona Navarra para entrar en La Rioja
           Desde que el Camino entra en Logroño por su puente de piedra procedente de Navarra, recorre por La Rioja no más de 60 kilómetros, senda que exige rutas alternativas, entre otras cosas para conocer el Castillo de Clavijo donde dice la leyenda que el Apóstol alcanzó su sobrenombre de “matamoros”, apodo que comparte con San Millán de la Cogolla cuyo municipio alberga los monasterios donde se escribieron las primeras palabras en romance hispánico.
Al sur de Logroño me encuentro con las ruinas de la fortaleza de Clavijo que me recuerdan la legendaria batalla aquí entablada (año 844)  y que ocupa un lugar destacado en el mito de Santiago Matamoros, sintetizado en el lema “Santiago y cierra España”.
A partir de esta batalla de Clavijo en toda la Reconquista las batallas contra los árabes empezaban al grito de ¡Santiago y cierra España!o¡Santiago y a ellos! como símbolo de unión entre cristianos. Cerrar España quería decir cerrar filas en torno a un jefe siendo una piña, como un solo hombre. ¡Lealtad y obediencia!
En la catedral de Santo Domingo de la Calzada puede verse hoy, frente  al sepulcro del santo, el gallinero construido en el siglo XV para recordar el milagro, en el que siempre hay un gallo y una gallina vivos,  de plumas blancas, procedentes del vecino pueblo de Gallinero de Rioja.
Después de tanto andar y recordar, decido darme un homenaje y pasar la noche en el magnífico parador nacional de Santo Domingo  de la Calzada, que dicen fue construido por el Santo para albergue de peregrinos, y en donde cierta noche pernoctó San Francisco de Asís en su caminata a Compostela. Sí, el que hablaba con las aves.
         Por todo lo que La Rioja ofrece, el peregrino que como yo llega presto, sale lento por Grañón en dirección a Burgos, que nos da la bienvenida en Redecilla del Camino y acoge a los peregrinos durante un total de 109 kilómetros en los que su punto central es su capital, que posee uno de los monumentos más emblemáticos del mundo, su catedral.
         Cuentan que desde tiempos remotos existe en esta tierra burgalesa, concretamente en el valle del río Losa, afluente del Ebro, una población caballar del tipo “jaca de montaña" llamada raza “losina”,  y  en su busca voy aunque tenga que alejarme del Camino.
         Como decía, dejo el Camino en Belorado y dirijo mis pasos hacia el norte, atravieso Briviesca, cruzo el Ebro por Traspaderne y pronto, siempre dirección  norte, entro en el valle de Losa. Y es aquí donde efectivamente encuentro al “losino”,  pues pastan en este valle y en sus zonas limítrofes de Cantabria, Álava y Vizcaya. Son caballos elipométricos y longilíneos que se han considerado como subespecie, denominándola “equus  caballus Losinus”.
 
 
Caballo “Losino” 

        Es conocido igualmente como el caballo de las Merindades, y es que también se dejan ver por las cercanías de Villarcayo, sobre todo en la sierra de Pancorbo de los Montes Obarenes. 
        Hoy día esta al borde de la extinción, y los que permanecen están fuera de las características raciales iniciales debido a que con la intención de aumentar su tamaño, los cruzaron con varias y diferentes razas. La idea fue buena, pero los medios poco apropiados.
        Añorando el “losino” regreso a Belorado, la Belfuratos del Codes Calixtinus, que fue una plaza importante en la Castilla medieval por su situación fronteriza con el reino de Navarra , y  ya en  el Camino atravieso un sinfín de iglesias y monumentos.
      Por Castrogeriz dejo Burgos con dirección a Palencia, entro en tierras de trigales y viñedos sin el consuelo de los árboles ni las sombras, pero con la breve frescura del canal del Pisuerga y la redondez de Boadilla del Camino, que marca la ruta a Frómista, donde Castilla se hace más Castilla  y donde San Martín me abre un joyero románico por el que llevan pasando leyendas desde hace más de cinco siglos.
  Palencia, quizás por influencia de la denominación popular de su catedral, la “Bella Desconocida”, ha venido a descubrirme que es la provincia del románico por antonomasia. El Camino entra en Tierra de Campos por la localidad de Itero de la Vega, y después de 66 kilómetros en donde no me dió tiempo a ver caballos, paso por Carrión de los Condes, patria del Marqués de Santillana, y salgo por San Nicolás del Real Camino con destino a León.
        Aquí el Camino comienza en Sahagún, y se caracteriza por la diversidad de paisajes, desde la Tierra de Campos hasta la montaña leonesa y berciana. Coronado el Alto del Portillo contemplo León, y al ver el parador de San Marcos, los recuerdos se me amontonan, como a todos los que conocimos allí ubicado al Octavo Depósito de Sementales.
         El barroco edificio construido por encargo de los Reyes Católicos, primero hospital y luego convento, donde pasó sus días de prisión Francisco de Quevedo, acabó siendo sede del octavo  Depósito de Sementales acogiendo el que estaba instalado en Valladolid, el lunes 30 de julio de 1900. El cinco de julio de 1963 se acuerda por Consejo de Ministros la baja del cuartel de San Marcos del Ramo de Guerra y su cesión al Ministerio de Información y Turismo, después de albergar a los sementales durante 63 años; el día 5 de junio de 1965 se inauguró como hostal.
         Como no “me apetece”  alojarme el hostal de San Marcos, pernocto en el albergue, oigo el  dormir de los otros peregrinos, y ellos deben oír el mío. Dicen que ronco y debe ser cierto, porque hay unanimidad en ello.  
 Con esos pensamientos sigo el Camino, paso el monte Teleno, y al  cruzar Astorga, la Astúrica Augusta romana, como es mediodía, oigo las campanadas del reloj de su plaza mayor golpeadas por los maragatos: Colasa y Perico. Como en “La Peseta”, compro unas mantecadas y sigo mi camino.
        Aunque su ubicación natural está entre la cordillera Cantábrica y los ríos Cea y Órbigo, yo me lo encuentro a la altura de Sahagún, pasado el río Cea y más tarde rebasado León, en Hospital de Órbigo. Me refiero al  más humilde de los primos del caballo, ese animal bueno y familiar que dio calor a la cuna de Cristo y le sirvió de montura para entrar en Jerusalén: el asno.
 
 
 
Asno: Zamorano-leonés 

 En este caso se trata del “zamorano-leones”, caracterizado por su perfil cóncavo a semejanza del catalán, y no convexo como el andaluz, con su perfecta conformación y abundante pelo, verdadera joya de la cabaña nacional, hoy en vías de extinción a pesar de los esfuerzos realizados por el Octavo Depósito de Sementales de León  en mantenerlo.
Un poco más adelante, no me encuentro, sino que me acompaña otro asno durante un buen trecho del Camino. Se trata de un “garañón” de la Cerdanya catalana, y muy  pronto  aprecio sus grandes velas y su gran alzada, así como  sus ojos y hocico blanco.
Cada vez más se ven por los caminos a peregrinos acompañados de burros, estos con un serón  donde lleva las  mochilas de sus dueños. Uno va delante ramaleando con ronzal y el otro detrás, por si es menester arrearlo.
La logística del burro es fácil de resolver: al llegar al refugio se le ata a un árbol con largo ronzal, un cubo de agua cerca y… hasta el día siguiente.
       Al que no me encuentro es al “burdégano”- cruce de caballo y asna- y sí a algún que otro “mulo”- resultado del cruce de una yegua y un asno; las dos únicas formas de producir el mulo debido a la condición híbrida de esta especie.
A los “burdéganos” se les conoce por tener  cuatro espejuelos, como su padre el caballo. Los mulos o mulas hijos de burro y yegua tienen solamente dos  en las extremidades anteriores, como su progenitor el burro. Conviene no confundirlos, pues al final al tocino le llamaremos jamón, y eso sí que no.
       Abandono León por Piedrafita do Cebreiro, y al otro lado del puerto nuestra morriña se ve recompensada al pisar tierra gallega desde la cumbre del Cebreiro (1100 metros). El camino se me hace más corto y llevadero, sobre todo al ver el mojón de piedra que indica la distancia que falta para alcanzar Compostela: 152,5 kilómetros. Con los sabores del buen vino de la tierra y los sonidos lejanos de las gaitas, el tranco se nos alarga.
Aquí empezó a llover. Llovía cada vez más fuerte, como dice Cela -con una paciencia infinita.- y yo sentí por primera vez en todo el Camino, el agua venir del cielo. Recordé los campos desiertos  y me sentía feliz pensando que hoy estaban mojados. Me acordé de las piedras de León, de las huertas de Navarra, de los trigales de Castilla y de los viñedos de La Rioja que hoy estarán bebiendo el agua que baja en torrentes.  
        Pasada la acogedora tierra del Bierzo, me adentro en el majestuoso silencio de las lucenses cumbres del Cebreiro y del Caurel, en las que parece haberse congelado el tiempo, y ahora solo el viento me acompaña…
 
 
 Primer fin de semana de julio: “Rapa das Bestas” de Sabucedo. 
       … Un poco más adelante me encuentro a los tres tipos del “caballo gallego de monte”, a los que trataré de describir en gallego:
 Ponis de “A Groba”, conservados nun maior estado de pureza.
    Ponis da rexión central de Galicia, animais de mais porte e mellor feitura.
Ponis da zona norte de Lugo, animais máis mansos e de maior aptitude cárnica.
                Ponis que proceden das razas celtas, e mais en concre:o do Equus Gmelini, ou Tarpan, cabalo bravo da Tartaria Oriental, con abundante crina e rabo, presentando moitos individuos o típico “bigote” constituido por pelos duns doce centímetros de lonxitude que saen a ambos lados do beizo superior, tratándose dun carácter adquirido que desaparecerá cuando deixen de pasta en terreos cubertos de toxos.
          Predomina a cor castaña, seguida de alazán, negra e pedrés.
           En otros tiempos este caballo siempre formó parte de la vida del campesino gallego. Hoy son cimarrones y esa relación se ha reducido a nivel folklórico-tradicional, en la “Rapa das Bestas”, una tradición viva en sentido estricto, milenaria costumbre en plena vigencia, y fiesta ecuestre de la que es protagonista nuestro “pony gallego”. Estas fiestas, que en la provincia de Pontevedra son conocidas con el nombre de “curros”, son de las más típicas y tradicionales, realizándose aproximadamente 30 cada año por toda la geografía de la Comunidad gallega, destacando las de Sabucedo, Candaosa, A Capela y Campo de Oso.
Una vez en el “curro”, a los caballos se le cortan las crines,  se marcan y se separan. La casi totalidad de los potros lechales y quinceños que se venden son para carne. El resto se suelta hasta el año próximo.
Después de cenar un buen pulpo en casa Ezequiel, muy de mañana dejo el Camino en Melide y me dirijo hacia el sur dirección Lalín, una vez rebasado este, y al norte de Cerdedo encuentro a Sabucedo. Mi interés  por este pueblo se debe a que hoy es el primer sábado de julio y celebran su famosa “a rapa das bestas”.
La noche anterior los mozos de San Lorenzo de Sabucedo hicieron  la “baixa da bestas” desde los montes de Montouto.
         El pasado histórico de la yeguada de San Lorenzo data del siglo XVI; entonces los animales eran propiedad del Santo y su cuidado dependía de las parroquias.
Con estos simpáticos caballos gallegos llego al “Monte do Gozo”, a 368 metros sobre el nivel del mar, calculada altura para divisar las agujas  de la Catedral, donde descanso mi vista sobre la cuidad de Santiago de Compostela, a la que llegaré en pocos golpes de bordón.
          Entro en la ciudad del Apóstol a través del barrio de San Lorenzo y la plaza de Cervantes, y llego por fin a la catedral, a la que accedo por la Puerta Santa de la fachada oriental por ser año jubilar. De no haberlo sido, lo habría hecho  por la Puerta de la Azabachería.
 
 
Catedral de Santiago
Continuará
 
Ángel Cerdido Peñalver
Zaragoza junio 2013


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