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Channel: EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS. JINETES
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ORIGEN DEL CABALLO II

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ORIGEN DEL CABALLO II
Cyres, rey Persa.

El Rey persa Cyres decretó que todo ciudadano propietario de un caballo, que marchara a pie, fuera ignominiosamente censurado. Este rey considerado como el mejor jinete de su tiempo, publicó sabios reglamentos hípicos, ejercitando personalmente en las cacerías y en las carreras sus propios caballos de guerra.
Los caballos persas fueron los más célebres de toda la antigüedad, la belleza de su cuerpo con su gracia y energía, hicieron famosos a los caballos de oriente, sus aires ya eran cadenciosos y su velocidad prodigiosa.. Los jinetes no solo se limitaban a lanzar sus caballos a todo galope, parándolos rápidamente, sino que trataban de  conocer y practicar los los medios de sacar el mejor partido posible del animal, uniéndose con soltura y flexibilidad al caballo, como si fueran ambos de una sola pieza, aumentando de esta forma la utilidad del corcel y embelleciéndolo en sus movimientos. Generalmente los jinetes montaban a pelo y sin brida; sin embargo, su dominio era total, podían conducir sus cabalgaduras a su antojo, simplemente con la presión de las piernas, los movimientos del asiento y la voz, con esta técnica no es posible que no existiera una reproducción caballar.




  Después del siglo IX antes de nuestra era, aparecieron los Sirios, o tal vez antes de estos, los poblados bárbaros, tales como los Escitas, que en el año 626 a. de J.C. atravesaron el Caúcaso e invadieron sus orillas, ocupando una vasta comarca comprendida entre el Mar Caspio, el Mar Negro y el interior del Asia  Oriental, siendo la caza, el cuidado y la vigilancia de sus ganados, las principales características de su vida; la historia nos dice que estos pueblos Escitas introdujeron el arte de la equitación en la húmeda comarca del Norte; pueblos por experiencia guerreros y sanguinarios, acostumbraban a colgar de sus caballos las cabezas cortadas de sus enemigos, bebiendo en sus cráneos a guisa de copa, pero bien sean unos u otros, lo cierto es que eran excelentes jinetes, no obstante la doma rudimentaria que empleaban sobre sus caballos. Acostumbraban en la guerras a a marchar por parejas; el guerrero de la izquierda tenía como misión conducir el caballo de su compañero, mientras este empleaba el arco y las flechas sobre el enemigo.

Los Sirios fueron también eminentemente guerreros; lo que más les interesaba era el caballo para sus conquistas; el arte de su equitación consistía en dominar el caballo de guerra, precipitándole a una velocidad vertiginosa sobre el enemigo, con el jinete previsto del arco y sus flechas.
La progresión de la equitación y reproducción caballar continua a la par de las civilizaciones; los jinetes aprendieron a manejar las cabalgaduras con la sola presión de las piernas; los sirvientes fueron suprimidos y los guerreros podían atacar independientemente al enemigo sin necesidad de su acompañante, con los arcos preparados y las riendas flotantes; estos llevaban sus correspondientes nudos a la altura de la mano con una gran borla que las sujetaba por encima del cuello del caballo formando una especie de collar que les impedía desplazarse y a su vez servía para que el guerrero pudiera cogerlas fácil y rápidamente.

En la época de David, el uso del caballo se convertía en una necesidad imperiosa para el pueblo de Istael. Debido al ejemplo de las naciones vecinas o a la desidia a que tan poderosamente invitaba el clima de Oriente, lo cierto fué que todo hombre se conducía a caballo, no solamente los reyes, príncipes o generales, sino los simples particulares, se rodeaban en cuantas ocasiones podían, de una corte de jinetes y caballos más o menos numerosa según sus posibilidades o poderío. Entre los reyes judíos la Historia cita a Azarías, vencedor de los filisteos. Sus cuadras estaba llenas de excelentes y magníficos corceles, con su propia ganadería reproductora, los entrenaban personalmente en todos los juegos ecuestres y concedían grandes recompensas a los que se distinguían en el arte de la equitación. En la antigua Grecia, desde los 1000 años a. de J.C. hasta la toma de  Atenas por los romanos, el arte ecuestre se desarrolló extraordinariamente  y su desenvolvimiento puede decirse fue unido al estudio artístico del hombre. Los caballos en Grecia fueron montados desde las tiempos más remotos, adquiriendo la equitación un  grado tal, así como la reproducción, que los jinetes suficientemente dotados para enseñar este arte, se les consideraba con la misma categoría que los dioses.
Los griegos emprendieron la equitación desde su infancia. Era frecuente que los niños de 7 a 8 años montasen bajo la vigilancia de sus maestros, mientras los mayores se ejercitaban en los diferentes aires del caballo, en las carreras y en los picaderos; igualmente se les enseñaba a saltar sobre el dorso del caballo y algunos guerreros disponían en su lanza de un pequeño escalón que les servía para montar a caballo, apoyando aquella sobre la espalda del animal.

Los combates de amazonas montadas a horcajadas también eran frecuentes en aquella época, así como los ejercicios de volteo sobre el caballo.
Entre los cuatro grandes juegos de Grecia se encuentran los Olímpicos. Eran los más famosos y donde todos los griegos acudían para presenciarlos como un gran acontecimiento.

Hécules fue el inventor de estos juegos, celebrándose en un principio cada cinco años, en honor, en honor de cinco hermanos ( en la actualidad tienen lugar cada cuatro años) durante cinco días consecutivos y su época era  entre el plenilunio y el novilunio, que inmediatamente seguía al solsticio de verano. Los primeros juegos se celebraron en el año 776 a. de J:C: y veintitrés años antes de la fundación de Roma, según nos asegura Varrau.

Los olímpicos no pertenecían a un pueblo en particular. intervinieron todos los griegos en un principio, y más adelante la totalidad de las naciones que querían disputarse la gloria de las inmortales coronas.
Aunque las fiestas hípicas se inauguraron en Grecia desde la institución de las diversiones públicas, no intervinieron oficialmente en los juegos olímpicos hasta la celebración de la XXVIII Olimpiada.
Los festejos hípicos en Grecia tenían como principal objeto apreciar la buena doma de los caballos , la habilidad de los jinetes y sobre todo la buena calidad, la que no se podría obtener sin una buena reproducción. Las más importantes manifestaciones hípicas consistían en lanzar de improviso el caballo con su jinete a todo galope sobre un gran altar de piedra situada sobre la arena del circo que, al recibir y reflejar los rayos solares, formaba colores tan vivos y deslumbrantes, que aterrorizaban al caballo, necesitando el jinete un gran dominio y doma sobre su cabalgadura para no pagar con la vida su incapacidad, como frecuentemente sucedía.


Los caballos eran montados sin silla, disponiendo solamente de un bocado con su correspondiente brida para dominarle y solía estar articulada como las usadas en la actualidad. Las riendas iban provistas de graciosos y ricos adornos de vivos colores, colocados por los mismos griegos.

En la antigua Grecia creían que las yeguas eran más ágiles que los caballos, razón por la que se observa mayor número de nombres femeninos que masculinos entre los animales vencedores en los Juegos Olímpicos; igualmente se pensaba que las yeguas eran más aptas para el trabajo, idea que fue compartida entre los árabes y diferentes pueblos de Oriente, sin ser adoptada en el norte de Europa, donde en las carreras, como hacemos en la actualidad,, se las hacen llevar menos peso que a los caballos.



Los reyes y los príncipes conducían sus propios corceles a los juegos olímpicos, pero no estaban obligados a  a intervenir en ellos.. Las mujeres concurrían igualmente a las olimpíadas, pero les estaba prohibido igualmente tomar parte en las mismas.
Los aires del caballo eran el paso y el galope, este último muy suave y cadenciado, que nosotros llamamos pequeños galopes y los ingleses canter.
El caballo favorito de Alejandro se llamaba Bucéfalo, el cual se ponía de rodillas para dejarse montar, según la costumbre de los caballos bien domados de la época, debido a que el uso de los estribos era entaonces desconocido; más de una vez Alejandro salvó la vida gracias al vigor, raidéz, dominio, y manejabilidad de su corcel, lo que implica una cría y selección excelente.

Entre las principales emigraciones de caballos y jinetes conocidas en la antigüedad, se encuentran los Germanos, Galos y Españoles o Africanos.

Caballería Parta.


Chevi Sr.

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