Angel Cerdido Peñalver, Angel Cerdido Gastesi, Angel Cerdido Calderón y Marta Cerdido Calderón.
ABSURDO CORREO VERANIEGO
Querido Chevi:
Ya de vuelta en mis cuarteles de invierno, te escribo estas letras para que sepas que estoy vivo. Escribo despacio porque sé que tú no eres de leer deprisa. Si no recibes la carta me lo dices, y te la mando otra vez.
Se acabaron las faenas en pantalón corto, el cocinar las paellas del domingo y lo de ejercer como titular de la parrilla, que como buena parrilla nacional, es territorio de gente con pelo en pecho donde no debe haber paridad alguna. Por estas tierras le llaman “brasa” , nunca “barbacoa”.
No te pongo dirección porque no la sé. En ella te cuento que todavía sigo sin poder olvidar los daños que algunos hicieron a nuestra Escuela de Equitación.
Los que fueron a vivir allí después de nosotros, se llevaron los números de sus anteriores destinos para no tener que cambiar de domicilio. Me dicen que en la actualidad están mas despistados que el perro de mi vecino, que ahora le ha dado por correr detrás de los coches que están parados.
Con la llegada de ellos, como a nuestro Imperio en Flandes, a la equitación militar se le puso el sol.
Creo que solo podría curar esas heridas cuando diese el hipotético paso de ponerme en su piel y mirar con sus propios ojos. Podría ser la lectura que el protagonista de “El Club de los Poetas Muertos” intentó transmitirme como enfermero al borde del suicidio que, en su trato diario con los compañeros del siquiátrico, decide hacerse médico para ayudarlos.
Admiro la calma y postura del caballo que, ante tanta sinrazón, orgulloso se siente por no tener culpa de nada. Y él sí, con la “íntima satisfacción del deber cumplido”
Cartaque no recibí:
...Querido compañero,
nos sentimos incómodos... Desearíamos que no le llegase esta carta (la referente a los premios en metálico)...Pero necesitamos dinero.
Para resolver todos los problemas de la equitación militar, hemos decidido que los jinetes militares no tengan derecho a los pequeños premios en metálico que puedan ganar en las pistas con los caballos asignados del Estado.
Luego me enteré que con esos ahorros compraron un espejo deformante, y que a diario en él se miran y se ven como aquellos “Centauros del desierto”... Iguales que John Wayne encaramado en su “quarter-horse” vamos. ¡Más quisieran!
Cartaque no mandé:
A la semana, le contesté:
Querido Jefe,
tranquilo, pongo en su conocimiento que la carta no me ha llegado.
Pero a este telonero que le escribe, aunque no le llegara la carta, le entraron grandes remordimientos de conciencia. He reunido lo poco ganado en los treinta años de concursista y con la presente se lo envío.
PD. Iba a mandarle el dinero, pero ya cerré el sobre.
Carta que hubiera querido mandar:
Para agradecer al genial José Luis Sanpedro, recientemente fallecido, las historias que nos contaba de sus viajes y que me recordaron algunas parecidas que a mí me ocurrieron en : maniobras, guerrillas y en algún que otro Camino de Santiago
La puerta de la letrina con la “prensa” y el“sable”.
...La noche se me echó encima y no tuvo mas remedio que pedir asilo en aquel pequeño pueblo. Acordado el precio de la habitación con la dueña de la casa y después de colocar los escasos enseres de mi mochila, se me ocurrió preguntar donde estaba el cuarto de baño. Me llevó a una puerta que daba a la calle y me dijo:
-Al final del corral tiene la letrina y detrás de la puerta tiene clavados: la prensa y el sable.
La prensa pensé que haría las veces del papel higiénico, pero al sable no lograba sacarle partido por lo que de nuevo pregunté a la paisana.
-¿Oiga y el sable que función tiene?
-Tenga cuidado señor, me dijo, el berraco anda suelto y nunca se sabe.
El atrasado periódico era de formato grande y estoy seguro que hubiera cumplido con su misión en el trasero de Michelle Obama que dicen tener unas dimensiones descomunales.
Yo arranqué media hoja con la fotografía de un tipo con coleta y mala pinta. Algo como “podemos” ponía a pie de la foto. Cogí por supuesto el sable, y en esa incómoda posición de en cuclillas y en el primer tiempo del saludo, el sable en posición vertical y con la cazoleta a la altura de mi ojo derecho, me quedé a gusto.
El sable oriental nada tenía que ver con el nuestro: recto, con empuñadura de metal dorado, en su cazoleta el emblema del Ejército y sus cachas de pasta negra con adorno de cabeza de león. Made in Toledo, Fábrica Nacional de Armas, no como los que ahora compran en China.
Como recuerdo, hasta me hice un “selfie”, que en román paladino, como cada hombre habla a su vecino, no deja de ser un autorretrato.
PD. Imposible mandarlo pues no tengo cobertura.
Chevi, si ves a los “Jinetes Poetas” vas y lo cascas, a la vez que los saludas de mi parte. Y si no los ves, no les digas nada.
Un fuerte abrazo.
La frivolidad de las fotos, de frente y de espaldas, con los letreros correspondientes, se deben a un regalo de mi hijo. La realidad es que desde hace muchos años solo ejerzo de profesor de matemáticas en verano, debido a que alguno de mis ocho nietos, a pesar de saber nadar desde pequeños, se traen al chalet en vacaciones alguna que otracalabaza como flotador. Ahora tuteo a Pitágoras, hablo con Euclides y sigo sin entender a Neper y L’Hôpital. Si hubiera trabajado así en la Academia, estoy seguro que en vez de ser el antepenúltimo de la promoción, hubiera salido el cuarto por la cola.
Ángel Cerdido Peñalver
Zaragoza septiembre 2014.
José V. Ruiz de Eguílaz y Mondría
Alumno de Gran Jefe Cerdido.