LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS
REVISTA DE HISTORIA
La batalla de las Termópilas
transmitió a los persas, a pesar de la derrota griega, un claro mensaje: las
ciudades griegas no se van a someter a la tiranía. Tras el fracaso de Darío en
la primera invasión de Grecia, Jerjes I decidió intentarlo de nuevo, esta vez
con un inmenso ejército formado por 250.000 hombres, una cifra colosal para la
época y de la que sólo era capaz el imperio persa.
Iniciada la invasión, los estrategos griegos decidieron que el mejor lugar para enfrentarse por tierra a este inmenso ejército, era el angosto paso de las Termópilas, que en aquel entonces apenas medía 20 metros (en la actualidad, tras 2500 años de desgaste, el río Esperqueo lo ha ampliado de 1,5 a 5 kilómetros). La flota griega, formada por 270 barcos, protegía el flanco marítimo contra 700 barcos persas.
El lugar era perfecto ya que el
reducido ejército griego combinado con el angosto paso podía plantar cara al
ejército de Jerjes I e impedir su despliegue, mientras que la flota griega,
mejor preparada que la persa, podía proteger el flanco marítimo, además los
persas dependían por completo de su flota para el aprovisionamiento, por lo que
no podían despegarse mucho de la costa.
Adicionalmente, en la zona
existía una fortaleza en ruinas, el llamado “muro focense” que fue rápidamente
reforzado por los 7000 griegos.
Las tropas griegas estaban
formadas por pequeños contingentes de las diferentes ciudades libres griegas,
en concreto los famosísimos 300 espartanos de Leónidas, junto a 700 tespios,
2120 arcadios, 1000 locrios, 400 tebanos, 400 corintios, 200 fliuntes, 80
micenos y 1000 focenses.
El ejército persa llegó a las
Termópilas el 20 de agosto de 480 a. C., y Jerjes lanzó a su ejército contra la
muralla griega inmediatamente. Durante dos días enteros de combate, los griegos
comandados por Leónidas rechazaron a los persas, pero entonces, un campesino
local llamado Efialtes traicionó a los griegos mostrando a los persas un
sendero transitable por el único flanco no cubierto por los griegos. Leónidas,
que conocía la existencia de dicho sendero, había apostado un contingente de
focios los cuales advirtieron a Leónidas de que el paso estaba comprometido y
la retaguardia por tanto amenazada.
Fue entonces cuando Leónidas
tomó su heroica decisión. Para salvar al ejército griego, decidió quedarse en
el paso y luchar, para dar tiempo al ejército griego a retirarse, e impedir que
la caballería persa los persiguiese. Todos excepto 2 murieron.
Hay que decir, que no sólo se
quedaron los 300 espartanos, sino que se quedaron los 700 tespios y 400 tebanos
(que acabaron rindiéndose), y hay que resaltar que a diferencia de los 300
espartanos, que eran soldados profesionales, los 700 tespios eran simples
ciudadanos sin casi formación militar, por lo que, y sin quitar méritos a
nadie, creo que los tespios merecen también su lugar en la historia.